domingo, 7 de octubre de 2012

Botero, mucho más que gordas

Esta mañana he escuchado una entrevista radiofónica al pintor Fernando Botero. No sé si he hablado de él en alguna ocasión, tal vez por pura ignorancia por mi parte. Popularmente el colombiano Botero es conocido como el pintor "de gordos y gordas", y según he deducido por sus palabras esto no es lo que realmente le gustaría... porque las mujeres orondas son realmente una muestra de volúmenes, una excusa.
Botero ha hablado de su necesidad de pintar, todos los días, incansablemente, de su necesidad de seguir aprendiendo, y realmente me ha parecido una muestra de humildad extraordinaria. Quiero advertir que la calidad de las fotografías de este post no es muy buena, pero no he sabido mejorarla.
 

No he sido seguidora de la obra de Fernando Botero, aunque me he topado con ella continuamente, ya que la amabilidad de sus imágenes son apropiadas para múltiples gustos, así que se ha reproducido una y mil veces en todo tipo de objetos.
Siempre me pareció un estilo "simpático", algo naif, tengo un par de libros con sus cuadros por casa, incluso un póster de su famosa bailarina cuelga de alguna pared... Pero nunca me había parado realmente a mirar bien sus pinturas, y hoy lo he hecho. Tiene una obra muy prolífica, retrato de un trabajador incansable.


Botero ha realizado grandes series temáticas a lo largo de los años, lo sigue haciendo en la actualidad. Dice que no acaba una serie hasta que ya no tiene más que decir sobre un tema, lo estudia y lo refleja en multitud de lienzos.




La última serie que está exponiendo ha sido el Viacrucis o La Pasión de Cristo:

 







Viendo estas imágenes, sigo dudando... me siguen pareciendo simpáticas, pero no acabo de captar esa maestría de la que hablaba esta mañana el pintor. Seguramente son esas imágenes rechonchas o los colores planos y brillantes que no se corresponden al concepto clásico de un Via Crucis. Tal vez esta sea la serie menos acertada de las que he podido ver.

Segunda caída de Cristo, Raúl Berzosa 2010

Via Crucis, El Greco



Hay otras muchas series, por ejemplo la de los temas Taurinos, o la serie del Circo que personalmente me parecen mucho más interesantes y acertadas que las del Viacrucis. Me encantaría ver los cuadros de Botero en directo, porque tengo la sensación de que deben ganar mucho con respecto a las fotografías:
























Punto y aparte es la serie sobre caballos, me atrae su análisis de los volúmenes, la forma aparentemente simple de resolverlos sobre el lienzo.


Pedrito sobre el caballo (retrato del hijo fallecido)
















Enlazando con el tema de los caballos, hay que destacar su obra escultórica, tal y como él mismo ha dicho, será la más perdurable. La rotundidad de las formas de Botero se refleja perfectamente en las esculturas, los enormes bronces son una de las vertientes artísticas más conocidas del autor.

















Les dejo un vídeo que seguro les gustará, es sobre la exposición del Museo del Palacio de Bellas Artes que se celebró este año. En él podemos contemplar la enorme cantidad de cuadros de los que podemos disfrutar, la variedad de temas, y el brillo de los colores de su paleta. Me parece una obra optimista, llena de vida, positiva, y eso siempre es de agradecer:







BIOGRAFÍA DE FERNANDO BOTERO 

Nacido en Medellín (Colombia) en 1932, Fernando Botero fue el segundo de los tres hijos de la pareja formada por David Botero Mejía y Flora Angulo de Botero. Aunque en su juventud estuvo durante un corto lapso de tiempo en la Academia de San Fernando en Madrid y en la de San Marcos en Florencia, su formación artística fue autodidacta. Sus primeras obras conocidas son las ilustraciones que publicó en el suplemento literario del diario El Colombiano, de su ciudad natal.

A los 19 años viajó a Bogotá, donde hizo su primera exposición individual de acuarelas, gouaches, tintas y óleos en la Galería Leo Matiz, y con lo recaudado vivió algún tiempo en Tolú. De su estancia allí saldría el óleo Frente al mar, con el que obtuvo el segundo premio de pintura, consistente en dos mil pesos, en el IX Salón Anual de Artistas Colombianos. El crítico Walter Engel, en El Tiempo del 17 de agosto de 1952, encontró que tenía "una composición vigorosa, bien construida y bien realizada", pero el escritor Luis Vidales lo criticó por su "inconceptual alargamiento de las figuras".
Viajó entonces Botero a Europa, donde residió por espacio de cuatro años, principalmente en Madrid, Barcelona, París y Florencia. Aunque ingresó en las academias mencionadas, siguió formándose a base de leer, visitar museos y, sobre todo, pintar, como él mismo diría. Luego viajó a México, Nueva York y Washington en un período de febril creación y escasos recursos económicos, acompañado de su esposa Gloria Zea. De nuevo en Colombia, Botero compartió el segundo premio y medalla de plata en el X Salón de Artistas Colombianos, con Jorge Elías Triana y Alejandro Obregón. Su óleo Contrapunto fue alabado por los críticos unánimemente, por su alegría contagiosa.
La camera degli sposi obtuvo el primer premio en el XI Salón Nacional celebrado en septiembre de 1958. En esta obra Botero logró deshacerse de una lejana influencia del muralismo mexicano y dirigirse, sin titubeos y por medio de su admiración a los artistas del Renacimiento italiano, hacia la consolidación de lo que alguien llamó el "boteroformismo". 
Entre 1961 y 1973 fijó su residencia en Nueva York. Luego viviría en París, alternando su residencia en la capital francesa con largas estancias en Pietrasanta o su finca en el pueblo cundinamarqués de Tabio. Hacia 1964, Fernando Botero hizo sus primeras incursiones en el campo escultórico con obras como Cabeza de obispo, figura que, hecha en pasta de aserrín y con ojos de vidrio, tenía claras reminiscencias de la imaginería colonial barroca. A partir de 1975, en Pietrasanta, se dedicaría a la escultura con entusiasmo: "Parecía como si todo ese universo de figuras monumentales que fue desarrollando en la pintura -escribe Escallón- hubieran encontrado total eco en la tridimensionalidad. Hoy en día, la una alimenta a la otra. Gran parte de la riqueza imaginativa viene de la pintura, que le da ideas, soluciones, posibilidades... Botero desarticula la estructura pictórica para sintetizar la forma en una unidad escultórica".
En 1977 expuso sus bronces por primera vez en el Grand Palais de París. Tras cuatro decenios de labor ininterrumpida, su reconocimiento en el campo escultórico se hizo también universal. Apoteósica fue la exposición de sus enormes esculturas en los Campos Elíseos en París durante el verano de 1992, y en el año siguiente en la Quinta Avenida de Nueva York, en Buenos Aires y en Madrid.
Convertido ya en uno de los artistas vivos más cotizados del mundo, Botero no ha dejado nunca, sin embargo, de alzar la voz contra la injusticia y de mantener su arte en línea con la realidad histórica y social. Sirve para ilustrarlo una de sus más recientes series pictóricas, la que realizó sobre las torturas cometidas por los marines en la cárcel iraquí de Abu Ghraib (2003), en el marco de la ocupación norteamericana de Iraq. Presentada en 2005 en el Palacio Venecia de Roma, la fuerza turbadora de esta colección de cincuenta lienzos atestiguó además que el pulso y la creatividad del artista no ha menguado en absoluto con los años.





Espero que les haya gustado esta entrada.

Pasen una estupenda semana.

Saludos y hasta pronto.





7 comentarios:

Norma dijo...

Me encantó tu entrada. Eso es lo que tiene Botero, te muestra una realidad o una enfermedad, sin ser grotesco. Gracias por publicar.

Pedro Bonache dijo...

La entrada ha sido muy sincera, Julia y lo de contraponer otro lienzo en el via crucis...., pues claro, te da que pensar. El arte siempre es interpretación y Botero hace la suya propia que imagino surgirá desde lo mas profundo de su sentir. Pero homo tiende a sentirse atraido hacia lo que conoce, es decir hacia las formas naturales, hacia la belleza, hacia las proporciones..., y Botero rompe con ellas sistemáticamente, es su interpretación del arte.A veces esa ruptura con lo desconocido despierta curiosidad pero de la curiosidad a la aceptación también hay un trecho largo.

Wunderkammer dijo...

Hola, Julia.
Botero no es de mis pintores fetiche, aunque como dices su pintura me resulta amable, probablemente en exceso y por eso tiendo a pensar que debe ser irónica, que satiriza los temas que trata. No conocía la serie del Via Crucis. Pero el cristo verde me ha recordado a algunas tallas de cristos del s. XVI que verdaderamente tienen ese color así de fuerte y que nosotros solemos llar así, cristos verdes.
La entrada me ha gustado mucho.Como siempre.
Un abrazo
Jürgen

PACO HIDALGO dijo...

Por supuesto que Botero es mucho más que gordas y exaltación de las redondeces femeninas. Hace años vi una exposición sobre la violencia en Colombia con obras de Botero que me impactó. Me ha encantado este post, Julia. Me alegro de volver a saludarte. Abrazos.

Elia dijo...

Estuve escuchándole el domingo por la radio... tiene un humos que ya quisiera yo con sus 80 años!!
Me gustan sus gordas, aunque el insista en q no pinta gordas!

saludos
^^

Lisa dijo...

Tenemos un regalito para tí en nuestro blog...

preguntas de arte dijo...

Hola Julia, que lindo articulo sobre Botero, me gusto mucho. Quería relajarme de mi trajín diario y vine a tu blog a relajarme y lo conseguí. Gracias por presentar tus artículos de una manera tan agradable. Aprendí algo de Botero y las imágenes son muy buenas. Pasa una buena semana, bendiciones.

Augusto