martes, 31 de mayo de 2011

Plaza Artis, una buena forma de comprar arte

Hace pocos días recibí una preciosa reproducción de un cuadro del pintor Óscar Redondo. Y es que las reproducciones son una forma excelente de adquirir arte, siempre que sean autorizadas por el autor. Llegó con un certificado de autenticidad, numerada por supuesto.


En muchas ocasiones a los pintores se les plantean varios problemas a la hora de vender sus cuadros: por una parte vender es complicado, ya que el mercado está saturado y la economía no permite tampoco hacer grandes inversiones. Por otra parte si el artista se quiere promocionar resulta caro invertir en publicidad.

Por eso, la empresa PlazaArtis ofrece una alternativa interesante que se describe en su sitio web. Vaya por delante que no tengo ningún interés personal en esta empresa, pero si me parece atractiva la propuesta que hacen, tanto para los artistas como para los posibles compradores:

plazAArtis compra obras a grandes artistas aún sin descubrir. De estas obras hacemos copias de gran calidad en una serie limitada, numerada y autentificada. Al comprar cada obra se acuerda con el autor el número de copias que tendrá la serie limitada y el tiempo que la obra permanecerá bajo custodia de plazAArtis. Las copias permanecerán a la venta hasta que se termine la serie numerada o hasta que finalice el plazo de custodia. Pasado este plazo de custodia, plazAArtis venderá el original y repartirá los ingresos de manera equitativa entre los propietarios de las copias numeradas de la serie limitada. Mediante la adquisición de una copia numerada de una obra,plazAArtis ofrece a sus clientes:

La posibilidad de apoyar a un artista en el comienzo de su carrera. Participar de un sueño, predecir el potencial creativo del artista.

La posibilidad de revalorizar su inversión. El arte es inversión, y la apuesta del comprador irá pareja a trayectoria.

La posibilidad de enriquecer su hogar con una obra de arte única y de gran belleza.

Periódicamente pondremos a la venta nuevas obras, y te enviaremos un correo electrónico para avisarte.

En la web expondremos y describiremos la obra, además de dedicar un espacio al artista. Para cada obra se establecerá el número de copias de la serie limitada y numerada, el precio de cada copia y el plazo de custodia (pasado ese plazo no se venderán más copias, se comercializará el original y se repartirán los ingresos entre todos los compradores de copias numeradas). Para que cualquier artista o comprador conozca la evolución de cada obra, también informaremos de cada copia que se venda: número de copia, fecha de venta y ciudad en la que se entrega.

Espero que les guste.

domingo, 29 de mayo de 2011

El arte de las vitolas o anillos de puros




Hoy vamos a hablar de una forma de arte "pequeña" en tamaño y grande en belleza e historia: los anillos de los cigarros puros.

La anilla es el aro de papel que rodea cada cigarro y sirve para diferenciar las distintas marcas.

Cada anilla es un trocito de arte, ilustra una intención, un deseo de perdurar en el tiempo. Los pintores plasman en ellas sus mejores ideas: desde un general de renombre, hasta un patriota insigne, con una amplia gama de colores, como el dorado, que inmortalizan a personajes tan históricos como Simón Bolívar.

Existe la versión de que en sus orígenes las anillas se utilizaban para evitar que los guantes se mancharan al sujetar los puros. Pero realmente aparecieron para cubrir el pequeño hilo con el que se sujetaban las capas de los cigarros en el siglo XVIII.

Parece demostrado documentalmente que tanto la vitola como el juego de habilitaciones que acompañaban a las cajas de puros nacen a raíz del considerable auge del tabaco a partir del primer tercio del siglo XIX y de la consiguiente competencia existente entre los fabricantes tabaqueros cubanos y su lucha titánica por proteger sus preciadas labores contra fraudes y falsificaciones, sin obviar la habitual política seguida por los fabricantes de aquella época de distinguir y adornar sus productos, en este caso los cigarros puros, destinados o dirigidos siempre a personas de alto nivel social.

Al principio, los cigarros puros se exportaban en grandes cajas de madera de pino que llegaban a contener hasta 5.000 cigarros identificados únicamente mediante una impresión al fuego llamada hierro, realizada en la parte exterior de dichos cajones donde podía leerse el nombre del fabricante y algunas veces su dirección o procedencia. Se va mejorando el proceso de empaquetado, envolviendo un número determinado de cigarros en el denominado papel de envoltura, donde también figuraban los mismos datos que en el hierro.

El fraude, las imitaciones y la enorme competencia entre fabricantes les conduce a ir reduciendo progresivamente el número de cigarros en las cajas e identificarlos adecuadamente. Los cigarros se envuelven en mazos de 25, 50 y 100 unidades y se rodean por una cinta. En paralelo, los gobiernos de los países productores como España (Cuba), los Estados Unidos, etc..., en un intento de recaudar dinero para ayudar a cubrir sus deudas, por ejemplo la guerra civil norteamericana, deciden gravar los cigarros y para ello incorporan un sello de impuestos en cada caja que se rompía o rasgaba al abrirla.
Las primeras etiquetas litografiadas conocidas son incorporas por la Industria Tabaquera Cubana allá por los años 1836-1840 en las cajas de cigarrillos, conociéndose como marquillas cigarreras.

Al poco tiempo, entre 1845 y 1850, se incorporan en las cajas de cigarros puros bellas estampas litografiadas llamadas juego de habilitaciones con sus distintas partes: Vista exterior, Bofetón o Bocetón, Papeleta, Contraseña o Tapaclavos, Filetes y finalmente el Sello de garantía.
Los cigarros se exhibían en los casinos, clubes, salones sociales, etc... con la abierta, mostrando la bellas etiquetas litografiadas con que se adornaban y que aseguraba al fumador su marca original y su procedencia; así se animaba al fumador a probar tan atractivo producto.
Finalmente llegan las vitolas, anillando cada cigarro puro individualmente. Durante bastante tiempo se ha venido afirmando que la primera vitola databa de 1858 (2), pero en la actualidad parece demostrado (1) que la aparición de la primera vitola debió suceder con bastante certeza con posterioridad al año 1870, bastantes años después de las primer.

El mayor esplendor de la vitola corresponde a sus fases mas tempranas, es decir, desde su aparición en 1870 hasta 1910-1915 (según opiniones). Este periodo es considerado por los expertos como la época de oro de la vitolfilia. En él se producen las vitolas de mayor calidad artística y por tanto las mas preciadas.
Empresas privadas, personalidades, casinos, clubs náuticos, clubs deportivos, navieras, y un largo etcétera se honraban en regalar a sus amigos, miembros o invitados los mejores cigarros puros de las mas distinguidas marcas tabaqueras del momento y la vitola era el complemento o adorno que le distinguía, dando un toque exclusivo y personal al cigarro; es por ello que en muchas ocasiones se pedía al fabricante el anillado de los puros o tabacos con vitolas especialmente realizadas para el club, la empresa o el personaje en particular.

Parece ser que el primero en utilizar las anillas similares a las actuales fue Antón Bock, un inmigrante europeo establecido en EEUU, que encargó litografiar su firma en una de estas arandelas de papel para identificar sus cigarros de exportación.

El vitolario que podemos llamar "clásico" se corresponde con las medidas de las vitolas elaboradas en Cuba desde el s. XIX, ya que las marcas de esta procedencia fueron las que primero alcanzaron fama y renombre mundial. Casi todas las vitolas actuales se basan en las elaboradas por los fabricantes españoles asentados en Cuba que, a su vez, se basaron en las que habían empezado a elaborar en el s. XVIII las fábricas de Sevilla y Cádiz. Aún hoy se mantienen los nombres de muchas de esas primeras vitolas, aunque sus medidas se han modificado con el transcurso del tiempo, las modas y las preferencias de los fumadores.


El vitolario cubano, el "clásico", se fue completando y definiendo durante la última mitad del siglo pasado y primer cuarto de este, épocas que se corresponden con el auge de la industria tabaquera de la colonia española y con su resurgir tras la independencia de Cuba a raíz de la guerra del 98. Algunas de las vitolas más famosas y apreciadas en la actualidad no nacieron hasta bien entrado este siglo, como es el caso de las Julietas (o "Churchills"), creados en honor de Sir Winston Churchill o los Laguito No. 1 (o Lanceros), elaborados inicialmente para el consumo personal de Fidel Castro.


Algunos fumadores se preocupan por si conviene o no quitar la anilla. La mayoría de los expertos coincide en señalar que es irrelevante esta preocupación, aunque advierten que si se desea quitar, conviene esperar a que el cigarro se caliente para no dañar la capa al retirar la anilla.

Otros fumadores opinan que la anilla es una marca que indica hasta dónde debe fumarse el puro. Al margen de estos matices, que al final están relacionados con los gustos personales de cada fumador, estas piezas emblemáticas de la tabaquería dieron origen al coleccionismo, que en este caso se denomina “vitofilia”.

Muchos coleccionistas atesoran anillas y habilitaciones (decoraciones de las cajas) y las identifican como las representantes “de una historia de cinco siglos contada muy despacio”.

El carismático kaiser Bismarck o el general de origen dominicano Máximo Gómez, que abanderó las insurrecciones cubanas del siglo pasado, son algunos de los personajes inmortalizados en las anillas que conservan con orgullo los vitófilos.

Si desean obtener TODA la información posible sobre el coleccionismo de vitoas, su historia, y muchísimos detalles, no duden en consultar la página JOBERNI, en la que Juan Alberto Berni aporta muchísimos datos que sin duda le harán disfrutar. A continuación, con permiso de su propietario, les pongo algunas vitolas de su colección.





Fuentes: Publiboda, La casa del habano, Cigarros.puros.com, mongrafías.com (muy interesante)

Como siempre, les dejo unos vídeos interesantes. Los dos primeros son sobre la fabricación de puros. Y el tercero, pertenece a una serie de programas que podrán encontrar en You Tube, se llama "Placeres terrenales", aporta información seria y completa sobre el tema.





Espero que les guste.

jueves, 19 de mayo de 2011

Omar López, el arte con jabón

Como algunos sabrán, una de mis pasiones es la elaboración de jabones artesanos. Eso me ha dado la oportunidad de aprender mucho sobre el poder de las plantas, los aceites, los aromas... y también de conocer las obras de otros artesanos de los que cada día se puede aprender.

Como en todas las facetas artísticas o artesanales, hay creadores y CREADORES, ese el el caso de Omar López, en su blog Pasito a pasito podrán ver sus magníficos jabones.

Y es que Omar no hace solo jabones, sino que los transforma en pequeñas esculturas de pocas tiradas, homenajeando a artistas plásticos como Chillida, Disney o Mondrian, o creaciones propias exclusivas, delicadas, donde el diseño es estudiado hasta el más mínimo detalle. Como un cocinero, cada forma, cada ingrediente, está en el lugar apropiado, hasta llegar a la perfección.

Para mi Omar hace alta jabonería. Les dejo algunas de sus creaciones:






Espero que les guste.

jueves, 12 de mayo de 2011

El fascinante mundo del retrato en miniatura

Hoy tengo el placer de hablarles del mundo de las pinturas en miniatura. Este post viene de la mano de Eloy Martínez de las Eras (fotografía de la derecha), creador de un blog realmente interesante para todos los que estamos interesados en el mundo del arte.

En este blog, podemos encontrar un catálogo de la colección Martínez de las Eras. También hay numerosos enlaces con páginas de otros coleccionistas, y un extenso estudio de miniaturistas de otros países o de estilos. Todo ello realizado con exquisita minuciosidad, con la seriedad de un gran profesional.

Pero la parte que a mi personalmente más me atrae, es la dedicada a las técnicas de restauración de miniaturas sobre marfil, por ejemplo.

Por eso me tomé la libertad de pedirle a Eloy que me "prestase" su último post para poder mostrárselo a ustedes. Será una delicia para los amantes de la pintura y la restauración.

Este es el texto de su blog:

LA FRAGILIDAD DE LAS MINIATURAS

EJEMPLOS DE RESTAURACIÓN EN NUESTRO TALLER

Por Eloy Martínez Lanzas
CAPÍTULO 74



Toda obra restauradora ha de partir del respeto, la reserva, la inteligencia, la discreción hacia el espíritu y el estilo con que fue creada la miniatura. Se trata sin duda de un ejercicio de amor
El aficionado, coleccionista o no, se halla con frecuencia ante miniaturas en condiciones de extrema precariedad, debido a que durante largos periodos, incluso de siglos, han sido descuidados, abandonados a su suerte, sin recibir ninguna atención, muchas de ellas privadas ya de sus marcos, desprovistas de protección, sucias, alteradas y no pocas en estado preagónico. El marfil sobre el que se pinta las preciosas imágenes, es un material orgánico sacado de las defensas del elefante, ligero, de una extremada delgadez (1), frágil y de extremada sensibilidad frente a las variaciones higrométricas ambientales que requiere del mayor cuidado y exigencia técnica del miniaturista. Su técnica parece fácil aparentemente, pero la miniatura exige del artista aparte de estar cualificado, de la inteligencia, de la intuición y de un estado de comprensión hacia el modelo necesario para ser capaz de expresarlo con los medios más fáciles. Es necesario de dedos livianos, flexibles, pulso contenido, seguro y visión aguda para transmitir a tan delicado soporte los infinitos matices de las texturas.


Antes de la restauración


Después de la intervención




Detalle del antes y después de la intervención

Fig.2-3. Con un borrado en la parte baja de la mejilla derecha y parte del mentón nos llegó este hermoso retrato del anagramista inglés C, ejecutado hacia 1745. Una cuidadosa intervención con antiguos pigmentos de color nos permitió devolver la integridad de la pintura y su antiguo esplendor

La humedad es uno de los grandes peligros que debemos evitar. El depósito por condensación tras el cristal en el caso de que lo tenga, en forma de pequeñas gotas y que al contactar con los colores terminará por provocar un daño a veces irreparable en la superficie pictórica, sin mencionar aquella salpicadura fortuita de agua sobre el soporte que arrastrará los pigmentos irremediablemente y como siempre la manipulación inapropiada de los soportes, cogiendo inadecuadamente el marfil con los dedos humedecidos o sucios, que dañará y borrará para siempre la pintura por los bordes, arrastrando con ello la firma del autor y la fecha allí donde el autor suele hacerlo en el mismo borde de la miniatura.


Antes de la restauración


Después de la intervención





Detalle del antes y después de la intervención

Fig.3-4. Otro ejemplo de “barridos” de la capa pictórica, que afectaba a diversos rincones del rostro del doctor escocés William Henderson (1784-1868), miniatura pintada en Edimburgo hacia 1835 que fue felizmente restañada. Este borrado como el precedente están producidos al entrar en contacto la humedad condensada tras el cristal con la superficie pintada. Quien desee conocer más sobre este personaje, véase la entrega publicada el 5 de diciembre de 2009, capítulo 35:

Todavía existe la creencia de algunos de que la pintura es óleo consolidada por el tiempo y no saben que se tratan de delicadas pinturas hidrosolubles, acuarelas y guaches, de pigmentos depositados en la superficie del marfil gracias a la goma arábiga, y que cualquier trato incorrecto barrerá y correrá sus diminutos pigmentos de color en la superficie del soporte, eliminando los delicados matices que tanto costo conseguir el creador.


Antes de la restauración


Después de la intervención

Fig.6-7- Una de las miniaturas más dañadas y con más patologías que nos llegó. Su restauración fue todo un reto, pero la importancia del autor de la miniatura, el artista y político uruguayo Juan Ildefonso Blanco Vila (1812-1889), autor del hermoso diseño de la bandera nacional en 1829 y del primer sello postal de aquel país, bien merecía la pena. El joven se identifica como Joaquín Corta. El proceso de restauración puede seguirse con detalle en la entrega de fecha 29 de enero de 2010, capítulo 40:

Pero tal vez esa extrema fragilidad que tienen las miniaturas, es lo que a los amantes de este arte nos llega a fascinar, añadiéndole un irresistible atractivo que no tienen otras formas expresivas. En el pasado, durante buena parte del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX se hicieron miles y miles de estos pequeños retratos en América y en toda Europa, desde España hasta los confines de la Rusia, y probablemente nos hayan llegado tan solo una mínima parte de su producción. Muchos de estos retratos quedaron en el camino. El tiempo, el paso de moda, el olvido, y sobre todo la aparición de la cámara fotográfica la diezmaron.



Antes de la restauración


Después de la intervención

Fig.8-9. Esta preciosa niña de largas trenzas rubias de escuela española, que posa con los brazos cruzados ejecutada hacia 1840, presentaba un borrón que afectaba prácticamente toda la mejilla derecha y parte del cuello. La miniatura fue salvada y recuperada la integridad de la pintura. Toda obra restauradora ha de partir del respeto, la reserva, la inteligencia, la discreción hacia el espíritu y el estilo con que fue creada la miniatura.

Especial grave es el caso en España, donde a la secular desidia de las instituciones por velar por nuestro patrimonio se añade el arraigo en nuestra sociedad de cierto furor iconoclasta, de eliminar aquellas imágenes que no están de moda, pasadas de moda, producto de la ignorancia y falta de sensibilidad. Se las considera viejas, de mal gusto y se cree que lo natural es liberarse de ellas, algo que sucede también con los objetos. Pero la miniatura no es sola la pintura, lo hemos dicho repetidas veces, sino la simbiosis del retrato y el envoltorio, es decir de su marco protector.



Antes de la restauración


Después de la intervención




Detalle del antes y después de la intervención

Fig.10-11. Una de las restauraciones más felices y que nos produjo más satisfaciones. Recuperar los colores, devolver la brillantez que en su origen tuvo, corregir los sutiles barridos de los pigmentos que aquí y allá restaban expresividad al rostro, nos permitió insuflar vida nueva a este joven que viste la moda del directorio francés posando firme y seguro ante nosotros con la mano derecha deslizada dentro del frac y del chaleco de seda rayado

Muchas veces se hacía el marco, ya fuese en broche o medallón, diseñado y ejecutado para tal fin por hábiles joyeros, añadiendo en algunos casos el guardapelo en el reverso. La amplia difusión del retrato en miniatura en la Europa y la América de las clases medias burguesas durante el siglo XIX, se desarrolla una industria manufacturera para la producción de todo tipo de estuches, medallones, broches y marcos en metal o madera estandarizados, donde el miniaturista de común acuerdo con sus clientes acordaban el tipo de marco protector que llevaría la pintura, según el uso a que se destinaba. La miniatura adopta entonces preferentemente el formato rectangular en lugar del oval para adecuarlo al marco de madera ebanizada o dorada para colgar o el marco de bronce o plata con soporte para reposar en el velador o en la mesa de despacho. El estuche de piel gofrado, sea rectangular u ovoide, perdura sobre todo en la Inglaterra victoriana, fácil para el transporte en un pueblo viajero forzado por sus numerosas colonias ultramar.



Antes de la restauración


Después de la intervención





Detalle del antes y después de la intervención

Fig.12-13. Esta miniatura fuertemente dañada de un joven elegante debida al miniaturista español Ramón Guillem, fechable hacia 1845, requería de una urgente restauración. El marfil había perdido abundante sustancia pictural por humedades incontroladas que habían arrastrado los pigmentos, haciendo desaparecer rasgos definitorios. A ello se unía los problemas de fisuras, hongos y perdida de marfil. Pero su principal problema era el espeso barniz y colas inapropiadas que se habían aplicado groseramente sobre su superficie, dejando adheridos restos de papel en su perímetro. Una operación paciente, punto por punto, nos permitió consolidar los colores y eliminar restos extraños.

No se conoce ningún estudio serio y riguroso de nuestras miniaturas, falto de presencias en museos e instituciones, todo lo más arrinconadas en las vitrinas de algún museo de artes decorativas o de historia local de provincias. Los responsables museísticos no saben con certeza donde ubicarlas, y al final optan por depositarlas en la sección de objetos curiosos, junto a abanicos, bastones, monedas y otros objetos de simple coleccionismo, nunca por sus méritos pictóricos, todo lo más como valor documental si el retrato es de un personaje histórico conocido de nuestra historia. Una bibliografía casi nula, su estudio ignorado en nuestras universidades y escasa atención por los historiadores de arte, que para muchos de ellos se les considera como “arte menor”.

Antes de la restauración


Después de la intervención

Fig.14-15.La joven tocada con una espléndida cofia y collarín de encajes, vestida según la moda de los años treinta del siglo XIX, de anónimo francés, presentaba un borrón que afectaba la parte inferior de la cara. No era consecuencia de la humedad, sino producto de la impericia, tal vez de su propietario, al querer retocar algún aspecto de la cara. Su atrevimiento provocó el daño que aquí se observa. Solo algunos restos de grafito del dibujo de base existente, sirvieron de guía para reconstruir su rostro perdido. Le devolvimos felizmente la nariz, la boca y el mentón perdido de esta mujer, como si de una operación de cirugía de trasplante se tratase. Por último le añadimos las partes cortadas para devolverle el formato circular

Las técnicas de restauración son desconocidas, y ello facilita el agravamiento del estado de nuestras miniaturas, donde si no se pone freno a su deterioro la miniatura avanza hasta su total extinción. Si el propietario, o coleccionista de algunas de estas apreciadas joyas, que presente alguna patología desea devolverle su esplendor original, restañar una herida y busca al restaurador profesional no lo encontrará. Las técnicas de restauración de la miniatura son laboriosas de alcanzar, requiere atención, destreza, conocimiento de la historia del arte, de la anatomía y de la moda. Su aprendizaje es lento y requiere al menos de la misma formación que la de restauradores de otros ámbitos. Su círculo de actuación a veces se reduce a superficies por debajo de 1 cm2, y el estado físico de visión y pulso del restaurador ha de ser excelente y cualquier incorrección es fácilmente detectable.


Antes de la restauración

Después de la intervención

Fig.16-17. Ejemplo de una sencilla intervención para aportarle la capa pictural perdida en las sombras proyectadas de la nariz sobre la mejilla y cuenca del ojo. Las sombras son remarcadas y realzadas por algunos miniaturistas con abundante goma arábiga, aumentando el grosor de la capa pictórica en ciertos puntos. Con el paso del tiempo y sufrir variaciones higrométricas, estallan y se desprenden.

La luz del sol, representa otro de los más serios peligros para la frágil miniatura. La incidencia de la luz en una miniatura expuesta a determinadas horas del día, con igual ritmo y monotonía golpea a la superficie pigmentada, resecándola y abarquillándola hasta su rotura. Pero tal vez el mayor peligro son las malas restauraciones, la impericia y el atrevimiento de quienes osan hacerlo sin la preparación y formación requerida, aplicando barnices o sustancias inapropiadas de naturaleza ajena a la de la miniatura, provocando su colapso y destrucción. Solo la mano experta, los servicios de un buen restaurador devolverá a la luz en un estado perfecto la miniatura dañada.


Antes de la restauración



Después de la intervención

Fig.118-19.El retrato de este soldado español de infantería ligera de la época napoleónica, realizado hacia 1810, que aquí vemos, presentaba un avanzado estado de deterioro, por los sucesivos barridos de su capa pictórica. Su valor iconográfico era importante, no son muchos los retratos de militares españoles de este periodo trascendental de nuestra historia que nos han llegado. Afortunadamente la placa de marfil se mantenía intacta y no presentaba grieta alguna. Nuestra intervención hizo recuperar su imagen original prácticamente perdida

Las miniaturas pintadas sobre soporte de marfil realizadas con pinturas a la acuarela y guache, que llegaron a mi taller de restauración presentaban diferentes patologías y diferentes grados de daño: muchos de los marcos habían sufrido considerablemente, con vidrios rotos o perdidos, placas de marfil deformadas, abarquilladas donde había arraigado polvo y suciedad, algunas de ellas partidas con las piezas separadas, otras con manchas, grietas, astilladas, separación de la base y descamación de la capa de pintura por humedad o el ataque de bacterias. Pero los peores daños son los que en un gesto de irresponsabilidad e ignorancia de sus propietarios retocan ellos mismos la pintura o la ceden a las manos inexpertas de un presunto restaurador.



Antes de la restauración


Después de la intervención


Fig.20-21. Una de las patologías más frecuente en las miniaturas pintadas sobre marfil, es la aparición de grietas de este especial soporte tan querido por los miniaturistas. Su naturaleza orgánica está sujeta a todo tipo de afecciones, sensible a la luz, al sol, a los microorganismos que anidan en su superficie que corroen y destruyen la capa pictórica, a las tensiones que se producen en su interior por los cambios bruscos de temperatura y humedad relativa reinante, que alabean y abarquillan la superficie, dando lugar a la aparición al principio de pequeñas grietas que siguen el veteado natural del marfil y al final rompen y quiebra el marfil de manera irreversible. Solo queda al restaurador la tarea de devolver a la miniatura su formato unificado y recuperar la integridad de la pintura, haciendo lo más imperceptible posible la fractura

Queremos mostrar algunos ejemplos de nuestra obra restauradora, seguros que despertará la curiosidad de nuestros visitantes y lectores, que tal vez les sorprendan, abarcando muestras con diferentes niveles de deterioro, desde los más leves, como el pequeño borrado de alguna parte de la pintura que poco o nada afectan a las partes fundamentales de la pintura, hasta lo más graves como son aquellas miniaturas con barridos sustanciales que afectan gravemente a la pintura, la miniatura partida o quebrada, totalmente arruinada y la repintada con pinturas al aceite.



Antes de la restauración


Despues de la intervención

Fig22-23. Era una miniatura pintada sobre marfil, que representaba a una mujer sentada con un abanico, totalmente arruinada por un maltrato continuado de sus anteriores propietarios y sometido a nulas condiciones de conservación. Nos llegó sin marco y vidrio protector, con roces, barridos, retocada con pinturas inadecuadas de óleo que habían desfigurado el semblante de la mujer y separada en dos partes pegadas por un burdo cartón posterior con abundante cola teñida. Su limpieza con el levantamiento de antiguos retoques, nos descubrió las iniciales BF y la fecha de 1842. Su posterior estudio nos rebelo la personalidad de la retratada. Se trataba del autorretrato de la primera miniaturista cubana de la que tenemos noticias llamada Baldomera Fuentes Segura, mujer comprometida en su época y significada en su lucha por la dignidad y la instrucción de la mujer cubana, nacida en la hermosa ciudad de Santiago de Cuba en 1807, bajo el colonialismo español. Un maravilloso descubrimiento y una gozosa restauración. Quien desee conocer más sobre esta singular mujer y el proceso de su restauración, véase la entrega publicada en 1 de mayo de 2010, capítulo 47:

En el reverso de las miniaturas había diferentes grados de intervenciones, presentando en algunos casos múltiples capas de papel, cartón y artículos de cuero pegados. En el transcurso del tiempo las colas se hacen duras, frágiles y quebradizas, y en otros casos se habían recortando su formato original reduciendo su tamaño para adaptarlo a otros enmarques. Estas manipulaciones llevan a veces a la deformación del material con el consiguiente desgaste de la capa de pintura. Muchas de las miniaturas carecían de la hoja de metal, llamada papillón (del francés papilló) que se colocaba en el reverso de las hojas de marfil para dar color, intensidad y luminiscencia a los colores, especialmente a las partes correspondiente a las carnaciones de la cara del modelo.



Antes de la restauración


Después de la intervención

Fig.24-25. Carlo Erani o Errani fue un miniaturista italo-francés, muy ligado a la ciudad de Lille, al norte de Francia. La colección cuenta con varias de sus producciones. Este precioso niño fue adquirido con un borrón que afectaba la parte derecha de su mejilla, ojos y parte del cuello. Borrón producto también de la impericia de personas que osan manipular tan delicado arte y que tanto años costo su aprendizaje. ¡Cuantas miniaturas, sobre todo españolas, han sido destruidas por la ignorancia, el desamor y el atrevimiento¡


Las observaciones y posteriores investigaciones determinan las causas del daño y a partir de entonces se determina los procedimientos de restauración que se han de aplicar. Es fundamental en la formación del restaurador, conocer y datar los marcos que protegen la pintura, así como determinar la antigüedad del vidrio. No es el momento en adentrarnos en desarrollar este atractivo y desconocido tema. Pero no olvidemos que el miniaturista sabía de antemano en que tipo de marco iría depositada la pintura. En el contrato con el cliente se acordaba el tamaño y formato del marfil y el tipo de marco protector, bien con destino a un marco de madera ebanizada o en madera dorada para colgar en pared, medallón para colgar al cuello, broche de alfiler para prender la miniatura en el pecho, estuche para viajar, para la tapadera de una caja de rapé, e incluso para lucir en un anillo.


Antes de la restauración


Después de la intervención

Fig.26-27.Otro ejemplo más de un marfil partido, enfermedad habitual de las miniaturas. En la intervención a que fue sometido, liberamos el cartón encolado por detrás y que unía las partes separadas. La creencia que para asegurar el marfil se han de encolar por su reverso mediante cartones, produce el efecto contrario al que se persigue. La humedad hace inflar el cartón, y como consecuencia el marfil se deforma, y se inicia con la aparición de grietas, al principio imperceptible pero con el paso del tiempo van adquiriendo mayor relevancia. El final es la rotura total si no se pone remedio a tiempo y de forma adecuada. La grieta no se puede hacer desaparecer pero si minimizarla, como se ha hecho con el retrato del Reverendo Edward Ellerton, doctor en Teología en Oxford, realizado entre 1815 y 1820. Quien desee conocer más sobre este personaje, véase la entrega publicada en 1 de septiembre de 2009, capítulo 27:
http://colecciondeminiaturas.blogspot.com/2009/09/el-reverendo-edward-ellerton-1771-1851.html


Hemos podido observar en nuestra experiencia de coleccionista, que muchos retratos en miniatura fueron desalojados impunemente de sus recipientes originales, sobre todo cuando estos eran de oro u otro metal noble para sustituirlos por retratos fotográficos, una imagen devota o destinarlos a guardapelos, simplemente porque el pequeño retrato pintado había pasado de moda y perdida incluso su identidad, pasando a engrosar la larga lista de retratos anónimos. En el mejor de los casos se depositaban en inadecuados marcos modernos o eran olvidados en cajones de algún mueble en desuso. Hemos tenido la oportunidad como si de un milagro se tratase, que tras la imagen fotográfica ubicada en un marco de bronce, se encontrase el retrato miniatura original que animaba aquel marco de mesa. Realmente al haber estado preservado de la luz oculto tras el cartón de la foto, aquella miniatura había conservado toda la intensidad de sus colores (2). Utilizando recetas, métodos y enfoques probados por el tiempo y la práctica, el restaurador se ha de esforzar por hacer su trabajo de la manera más discreta posible. Cuando se trata de la técnica fina y exquisita de la pintura en miniatura, se ha de dedicar especial atención a la preservación y al fortalecimiento de la capa de pintura.



Fotografía tomada en los años cincuenta del siglo XX, anterior al borrado. Sobre la base de esta imagén se realizó la reconstrucción del rostro


Antes de la restauración
Después de la intervención

Fig.29-30. La intervención a que fue sometida esta miniatura, no se puede considerar una restauración sino una reconstrucción. Reconstrucción del rostro, totalmente desaparecido por una desgraciada intervención pasada. Reconstrucción que nos fue posible llevarla a cabo gracias a que la imagen se conocía por una vieja fotografía conservada tomada en los años cincuenta del pasado siglo. Esta fotografía, en blanco y negro, sirvió de base para dar rostro a este hombre vestido según la moda revolucionaria de la convención, con redingote de cuello alto, amplias solapas y pañuelo anudado al cuello. El personaje se identifica con el grabador francés Jean-Guillaume Balvay Bervic (1756-1822). Quien esté interesado en seguir paso a paso todo el proceso de reconstrucción y la identidad del personaje, véase la entrega publicada el 17 de diciembre de 2008, capítulo 9:
http://colecciondeminiaturas.blogspot.com/2008/12/un-ejemplo-de-reconstruccin-en-nuestro.html


Comentamos aquí algún ejemplo de restauración llevado a termino por el Departamento Científico de Restauración y Conservación del Museo del Hermitatge de Sant Petersburgo (3). Después del desmontaje y retirada del material de pegado y de las manchas producidas por el pegamento en el reverso, el retrato de una mujer joven en un vestido rojo oscuro, realizada por el miniaturista Vankovich en el año 1828, se separaron a lo largo de una línea de fractura en dos partes desiguales con ruinas a lo largo de los bordes de la base. La hoja metálica original había sobrevivido muy oxidada. Las consecuencias negativas de la oxidación del papillón, modificaron la textura del material de la placa de marfil, desarrollando una red de surcos que afectaban la capa pictural. La principal tarea del restaurador fue a nivel de la superficie de la lámina del marfil, devolver a la miniatura su formato unificado y recuperar la integridad de la pintura. El papel de plata oscura fue limpiado de las sustancias incrustadas con una solución especial. Las zonas de desmoronamiento de la capa de pintura se reforzaron. La última etapa culminó consolidando la joyería fina por pérdidas y abrasiones en la capa de pintura y las lagunas del fondo rellenas y uniformadas las tintas utilizando la acuarela y el guache.



Antes de la restauración


Después de la intervención

Fig.31-32. Este ejemplo de restauración es ajeno a nuestro taller. Se llevó a cabo por los expertos de restauración y conservación del Museo de del Ermitatge en la ciudad de San Petersburgo. El trabajo consistió en unificar las dos partes de marfil separadas del retrato de una mujer realizado en 1828 por el miniaturista ruso Vankovich

No sacar las miniaturas de sus marcos si no es imprescindible. Recordar que de vez en cuando hay que vigilar el estado del vidrio. El vidrio también enferma, no es inalterable, con el tiempo se vuelve opaco marcado por una fina red de estrías, aparecen manchas e incluso un empañamiento general de su superficie provocadas por la condensación que no solo obstaculiza la visión de la pintura, sino que facilita la implantación de hongos que pueden alterar gravemente la capa pictórica. En estos casos es preciso su cambio por vidrios siempre abombados que no estén en contacto con la pintura.

A la miniatura hay que cuidarla con esmero, controlarla para que nada atente contra su estado, mantenerla en lugar estable con condiciones óptimas de temperatura y humedad, alejadas de la exposición de la luz. Solo así, disfrutaremos de su encanto que le otorga su fragilidad y delicadeza. Si encontramos ese tiempo para mirar una miniatura con los ojos bien abiertos, y con la necesaria predisposición en la intimidad discreta, es un esfuerzo que bien merece la pena para poder disfrutar del encanto y de las variadas emociones que nos transmiten estos retratos en un feliz y gozoso diálogo.


Mayo de 2011
Eloy Martínez Lanzas


Trabajos sobre restauración y conservación de miniaturas, existen pocas obras o artículos editados, sobre todo traducidas al castellano. No obstante ofrecemos aquí algunos ejemplos que puede consultarse, no sin dificultad, por ser obras agotadas o difíciles de localizar:

- Constant-Viguier, Langlois-Longeville et Duroziez: ”Nouveau Manuel complet de miniature, de gouache, du lavis à la sépia, de aquarelle et de la pinture à la cire”. Libbrairie de Roret, París, 1845
- Mauri, L de: “L'Amatore di miniatura su avorio”. Ulrico Hoepli, Milán, 1918
- Tanner, Claude: “Conservation et restauration”, arículo aparecido en “La miniature portrait de l'intiomité”de Jacqueline du Pasquier. Norma Editions.París.2010
- Mansion: “Lettres sur la miniature, per Mansion, elêve de Isabey”. París.1828
- Bernd Pappe: “La miniature sur ivoire: matérieaux et tecniques”. 1993.


Notas
(1) Se ha llegado hasta medir hasta 12/100 de mm

(2) Se trata del retrato de Maria Antonia Domínguez, duquesa de la Torre, obra del miniaturista catalán Ferran Guerrero y Guimó, tratado en el capítulo 71

(3) Para la preparación de la exposición de la Colección de GD Dushin, los técnicos de restauración del Laboratorio de Ciencia de Restauración de Obras de Obra Gráfica (VA Kozyreva, director) trabajó a lo largo del año 2002 en una gran serie de miniaturas retrato de finales de los siglos XVIII y XIX. Las miniaturas fueron ejecutadas sobre hojas de marfil con pinturas a la acuarela y guache por los destacados artistas rusos IA Vinberg, K.F. Edlinger, V.M. Vankovich, F. Kronewetter y L.I. Soloviov, así como una serie de artistas desconocidos.
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Espero que les guste.