Ante todo quiero saludar a los seguidores/as, amigos y los que solo van de paso por este blog, gracias por estar cerca en esta extraña red que nos comunica.
Nada mejor que volver al blog con colores, y hoy, sin ningún motivo en particular les hablaré del color azul:
Lo primero que nos viene a la mente a la mayoría de nosotros es el azul del cielo y el azul del mar.
Azul turquesa, azul claro, azul ultramar oscuro, azul de prusia,
azulete, azulado, azul aguamarina, azul ferrociano,
hierro cyan, azul de amberes,
azul de china, azul agua...
azulete, azulado, azul aguamarina, azul ferrociano,
hierro cyan, azul de amberes,
azul de china, azul agua...
Lo primero que nos viene a la mente a la mayoría de nosotros es el azul del cielo y el azul del mar.
El azul de algunos ojos.
También es el color del frío.
Y el color amado por muchos artistas (miren el vídeo de este post sobre pinturas en azul).
A continuación les pongo fragmentos de un artículo muy interesante publicado en LA VANGUARDIA, por Piergiorgio M. Sandri (Historia del azul).
En las pinturas murales prehistóricas el azul no aparece Es un color que el ser humano tardó mucho en reproducir. Hasta bien entrada la edad media el rojo, el blanco y el negro fueron los tres polos en torno a los cuales se organizaron todos los códigos sociales y la mayor parte de los sistemas de representación construidos sobre el color. Los romanos, como se ha dicho, lo ignoraban. El púrpura y el oro eran las tonalidades más significativas.
Por su parte, el cristianismo no le otorga prácticamente ninguna importancia, y en su simbología está casi ausente con respecto al blanco (que evoca inocencia y pureza), al negro (sinónimo de abstinencia y aflicción) y al rojo (en clara alusión a la sangre vertida por y para Cristo). Estos tres colores son un eje cromático presente en muchas áreas de la cultura popular.
A partir del siglo IX se convierte en un color de fondo para escenificar la majestad de los soberanos o prelados, el azul –color del cielo– pasa a tener un valor celestial. La primera manifestación de este inédito interés se manifiesta en las tonalidades escogidas por los vidrieros de las catedrales y en las prendas de las distintas representaciones de la Virgen María: poco a poco, el negro, color del luto, se aclara hacia asumir rasgos cada vez más azulados.
La revolución textil Una vez obtenido el respaldo simbólico y religioso, la difusión a gran escala del azul en los años siguientes se lleva a cabo por razones técnico-económicas. Hay que recordar que durante siglos, el color de la indumentaria no fue una cuestión de gusto, sino de dinero. Las materias primas que se usaban para teñir los vestidos de rojo, la granza o la rubia, penetraban fácilmente y eran accesibles. Esto explica durante años su popularidad, en particular en la época antigua.
Las cosas cambian cuando se empieza a emplear el glasto, una planta crucífera que crece en estado silvestre en suelos húmedos o arcillosos en muchas regiones de la Europa central, para extraer el azul a gran escala. Ante la necesidad de lanzar la economía de su país, Carlomagno ordena inmediatamente el cultivo masivo: el azul se convierte en un negocio y su popularidad aumenta. El glasto florece... hasta la llegada del índigo. Este material colorea treinta veces más que el glasto. Pero tiene una particularidad: puede extraerse de muchas plantas distintas y que crecen en todo el mundo... ¡salvo en Europa!.
Una vez que Vasco de Gama encuentra la ruta marítima del índigo, las prendas azules con el índigo se convierten en lo más deseado. Los países europeos intentan parar la llegada del índigo de todas maneras –incluso bajo pena de muerte– para salvar a su sector. Pero, con el pasar de siglos, los gobiernos se rinden ante la evidencia: el azul se difunde libremente gracias al índigo y se convierte, por su brillantez, en el color de moda.
En los siglos XVII-XVIII culmina el triunfo del azul. Gracias al uso del índigo como colorante natural y al descubrimiento, en 1709 por casualidad por parte de un droguero alemán, de un nuevo pigmento artificial que permite obtener nuevas tonalidades como el azul de Prusia, llega la consagración simbólica definitiva: el azul pasa a ser el color del progreso, de las luces, de los sueños y de las libertades gracias al movimiento romántico y a las revoluciones estadounidense y francesa.
A su vez, el romanticismo adora el azul. Es visto como el color de la melancolía, de los sueños. La pintura lo celebra. A finales del siglo XIX y principios del XX, el azul es protagonista del impresionismo y del arte moderno (...)
Por su parte, el cristianismo no le otorga prácticamente ninguna importancia, y en su simbología está casi ausente con respecto al blanco (que evoca inocencia y pureza), al negro (sinónimo de abstinencia y aflicción) y al rojo (en clara alusión a la sangre vertida por y para Cristo). Estos tres colores son un eje cromático presente en muchas áreas de la cultura popular.
A partir del siglo IX se convierte en un color de fondo para escenificar la majestad de los soberanos o prelados, el azul –color del cielo– pasa a tener un valor celestial. La primera manifestación de este inédito interés se manifiesta en las tonalidades escogidas por los vidrieros de las catedrales y en las prendas de las distintas representaciones de la Virgen María: poco a poco, el negro, color del luto, se aclara hacia asumir rasgos cada vez más azulados.
La revolución textil Una vez obtenido el respaldo simbólico y religioso, la difusión a gran escala del azul en los años siguientes se lleva a cabo por razones técnico-económicas. Hay que recordar que durante siglos, el color de la indumentaria no fue una cuestión de gusto, sino de dinero. Las materias primas que se usaban para teñir los vestidos de rojo, la granza o la rubia, penetraban fácilmente y eran accesibles. Esto explica durante años su popularidad, en particular en la época antigua.
Las cosas cambian cuando se empieza a emplear el glasto, una planta crucífera que crece en estado silvestre en suelos húmedos o arcillosos en muchas regiones de la Europa central, para extraer el azul a gran escala. Ante la necesidad de lanzar la economía de su país, Carlomagno ordena inmediatamente el cultivo masivo: el azul se convierte en un negocio y su popularidad aumenta. El glasto florece... hasta la llegada del índigo. Este material colorea treinta veces más que el glasto. Pero tiene una particularidad: puede extraerse de muchas plantas distintas y que crecen en todo el mundo... ¡salvo en Europa!.
Una vez que Vasco de Gama encuentra la ruta marítima del índigo, las prendas azules con el índigo se convierten en lo más deseado. Los países europeos intentan parar la llegada del índigo de todas maneras –incluso bajo pena de muerte– para salvar a su sector. Pero, con el pasar de siglos, los gobiernos se rinden ante la evidencia: el azul se difunde libremente gracias al índigo y se convierte, por su brillantez, en el color de moda.
En los siglos XVII-XVIII culmina el triunfo del azul. Gracias al uso del índigo como colorante natural y al descubrimiento, en 1709 por casualidad por parte de un droguero alemán, de un nuevo pigmento artificial que permite obtener nuevas tonalidades como el azul de Prusia, llega la consagración simbólica definitiva: el azul pasa a ser el color del progreso, de las luces, de los sueños y de las libertades gracias al movimiento romántico y a las revoluciones estadounidense y francesa.
A su vez, el romanticismo adora el azul. Es visto como el color de la melancolía, de los sueños. La pintura lo celebra. A finales del siglo XIX y principios del XX, el azul es protagonista del impresionismo y del arte moderno (...)
Si desean leer el texto completo pulsen aquí.
Y hoy, si son amantes del color azul en la pintura, le invito a ver este vídeo, seguro que les resulta muy agradable.
Espero que les guste.
8 comentarios:
Hola Julia:
El azul es mi color preferido de siempre.
Has hecho un reportaje muy completo.
Besos desde esta calurosa Valencia, Montserrat
Julia super interesante lo que cuentas sobre el color....pero lamentablemente no es uno de mis colores preferidos !! me gusta los ojos del gato !! un beso grande
También es mi favorito y el texto que compartes es buenísimo. Nunca me había parado a pensar en la historia de un color. Muy, muy interesante. Besos
Por cierto, estoy de sorteo por si te apetece el regalo...
No es mi color preferido pero si uno de los que más me gustan! gracias Julia!
En primer lugar, Julia, te deseo un feliz regreso y un placer volver a tu espacio de visita. Yo también estoy de vuelta y con las pilas cargadas para el nuevo curso. En cuanto a la entrada, me quedo con el guitarrista de Picasso y los ojos de Paul Newmann, jajaja. Un abrazo y seguimos en contacto.
Un trabajo precioso. Yo no tengo un color favorito depende del momento,pero algunos cuadros en azul como el de Rothko,Picasso,...tienen un halo de misterio muy atractivo.Me gusta mucho también la obra de Jose Guerrero que tiene también unos cuadros azules en gran formato preciososos. Un saludo.
Julia, no tenía ni idea de la historia del color azul. Madre mía, ¡cuántas cosas ignoramos!
Me ha encantado la entrada y cómo no, el vídeo.
Ya pasó agosto, volvemos a la rutina del cole.
Espero que estés bien, tanto tú como la familia. Todo sigue siendo muy duro, ¿verdad?
Un abrazo grande y gracias por las palabras que dejaste en mi blog.
Conchi
(Algún día probaré a pintar algo sólo con azules, jeje)
¡Hola Julia!
Me ha gustado mucho la originalidad de tu post, es informativo, creativo, agradable, artístico y está muy bien elaborado.
Me lo he pasado muy bien sabiendo tantas cosas del color azul, que desconocía, ampliando la lista de colores azules y viendo este vídeo tan maravilloso.
Gracias por compartirlo.
Un abrazo.
Publicar un comentario