martes, 17 de noviembre de 2009

El rastro y sus tesoros

Pasear por el rastro es siempre para mi un placer, me refiero a los mercadillos de cosas viejas o antiguas.

Hay puestos de varios tipos: unos que son una verdadera ensalada de objetos sin clasificar y donde puedes encontrar desde unas zapatillas a una jaula.

Otros puestos son más detallistas, y aunque tienen de todo, las cosas están ordenaditas, lo cual se agradece si vas buscando algo concreto.

Y finalmente están los puestos especializados, los hay de muebles, muñecas, discos, toca discos, electrónica, joyería, libros... y un sinfín de objetos, algunos inverosímiles.

Estos puestos suelen ser bastante más caros, no por estar en el rastro quiere decir que sea barato, de hecho hay anticuarios profesionales que venden o compran en el rastro. En ocasiones incluso las piezas están ya restauradas y los dueños nos asesoran respecto a la época, material, etc, etc.

He comprado algunas cosas en el rastro a las que después les he dado utilidad o simplemente forman parte de esos objetos que me trasladan al pasado. Por ejemplo una muñeca de porcelana (tipo bebé), con su vestidito de tul y un abriguito de pelo azul. Leyendo un libro sobre antigüedades, descubrí años más tarde que tenía una marca y realmente era un pieza de coleccionista -para mi fue una casualidad muy agradable-.

También he encontrado un antiguo maletín de colegio, de esos de cartón, libros, libretas, algún grabado, y unas piezas de bisutería modernista de lo más curiosas, ah, y también una "zafa" de peluquero y unas tijeras para cortar el pelo, muy roñosas, por cierto.

Os voy a enseñar un par de piezas que compré por cuatro duros y que después de restaurarlas ocupan rincones de casa. No tengo imágenes del proceso de restauración, que fue fácil y de lo más entretenido. Realmente son las traseras de dos mesillas de noche (no recuerdo el nombre), pero es como la que aparece en la foto de la derecha.

Las dos piezas son de madera, así que seguí el "protocolo" habitual al llegar a casa, es decir, desinfectar y desinsectar. Después retiré las capas de barniz envejecido y rellené grietas. Lo siguiente fue dar una mano de barniz satinado transparente. Y finalmente colocar los espejos nuevos (los elegí algo ahumados/manchados para conservar el sabor de lo antiguo).
Espero que os gusten.




6 comentarios:

Antona dijo...

Un placer que te sirvan mis fotos

salu2

la verdad oculta del ser dijo...

Me recuerdan a mi niñez un abrazo de energia positiva

Adelaide Mesquita dijo...

Estes móveis antigos ficaram LINDOS!
São parecidos com uns que tenho na minha casa da aldeia.
Beijinhos

Fermín Gámez dijo...

Lo que me ha llamado la atención de lo que cuentas es el proceso de desinfectar y desinsectar en el caso de las piezas de madera a restaurar. No lo había pensado nunca.

teddy bears Marin to Venice dijo...

Querida Julia,
¡he mirado tus blogs, es mucho de artista lo primero, pero me he parado en este porque he visto las fotos del mercado de antigüedad, adoro los mercados del pasado, los frecuento de unos 35 años! es bonito y relajante pasear entre aquellos cosas, a veces ocurre de hacer algún buen asunto. ¡Has sido muy buena a restaurar tus adquisiciones son guapísimos!
Gracias para apreciar mi trabajo de osos, anzuelo locamente mi trabajo y dedico muy de bueno gana todo mi tiempo.

Un cariñoso saludo de Venecia
Rosarita

Anónimo dijo...

que preciosidad de espejos. Te han quedado genial. ¿cuando dices barniz envejecido a que te refieres? Yo barnizo y luego envejezco con betún de judea rebajado o con cera lakeone color nogal.¿lo haces de otra manera?