Hoy, por error, me han dicho que una amiga había muerto...
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“Dos mujeres corriendo en la playa” (La carrera). 1922. Gouache sobre contrachapado. 32,5 x 41,1 cm. Museo Nacional Picasso, París. |
Hoy, por error, me han dicho que una amiga había muerto.
No era, no es, una amiga de la que tenga el teléfono. De hecho he ido a mirar si podía contactar con su casa y no lo tenía en el listín "antiguo", ese que una guarda para las ocasiones. No sé porqué he buscado su teléfono, no habría sabido qué decir. Ni siquiera sé en qué calle vive, sé la zona, pero nunca he estado en su casa. Tampoco nos ha hecho falta visitarnos. Nunca he visto a sus hijos, a su marido un par de veces, de pasada. Pero la conozco desde hace más de treinta años, y no tengo su teléfono. Es una de esas personas con la que coincides de vez en cuando, y siempre es capaz de mantener una conversación agradable.
Y claro, a lo largo de treinta años hemos hablado de todo, o de nada, de sus hijos, del mío, de su marido, del mío, de su familia, de la mía, de su trabajo, del mío... ahora que lo pienso hemos hablado de muchas más cosas de las que hablo con muchos miembros de mi familia. Nos vemos de vez en cuando, antes en su tienda, y desde que la quitó, nos vemos en la calle, pero pasan meses sin que lleguemos a coincidir, no nos buscamos.
Hay personas que forman parte de nuestro paisaje, que ocupan un rinconcito de nuestra existencia, que son muy importantes sin que apenas nos demos cuenta. Son confidentes ocasionales, terapeutas efectivas.
Cuando ha sonado el teléfono y me han dicho que ella había muerto, una sensación de frío ha recorrido mi columna vertebral, una reacción física extraña que me ocurre en raras ocasiones, como si el calor de los nervios que salen de la médula se perdiese por completo. No podría decir, en caso de que realmente hubiese muerto eso de "la echaré mucho de menos", no es eso, es que hubiese sentido VERDADERAMENTE su muerte. Tanto, que no lloras, solo salen las lágrimas de los ojos, sin poder controlarlas.
Eso me ha hecho pensar en todas esas personas con las que guardo una relación similar, a las que veo de tarde en tarde, y en ese momento todo es fácil, las palabras fluyen amables y divertidas, porque no hay compromisos, solo cariño desinteresado.
Son muchas.
No tengo sus teléfonos.
