Muchas felicidades a todos los seres humanos contemporáneos, al menos a los que en alguna ocasión o por algún medio de comunicación han podido contemplar la Capilla Sixtina (y claro, a los pocos pero bien avenidos que visitan y leen este blog, seamos realistas).
A pesar de todos los pesares, los humanos somos capaces de crear grandes obras de arte ¿no les parece maravilloso?.
La Capilla Sixtina
debe su nombre al papa Sixto IV della Rovere (1471-1484), que quiso
edificar un nuevo ambiente de grandes dimensiones en el lugar donde
surgía la “Capilla Magna”, aula fortificada de edad medieval, destinada a
las reuniones de la corte papal.
Lo que ha dado reconocimiento mundial a esta capilla vaticana, no ha sido su diseño arquitectónico, sino las pinturas y frescos con que se adornaron sus paredes y techos.
Vista exterior de la Capilla Sixtina
Su realización empezó en 1475, año del Jubileo proclamado por Sixto IV, y
se concluyó en 1483 cuando, el 15 de agosto, el mismo papa inauguró
solemnemente la Capilla, dedicada a la Virgen de la Asunción.
La espléndida pavimentación en mosaico, aún hoy intacta, es de 1400, y sigue modelos medievales.
"Entrega de las llaves a San Pedro", Pietro Peruggino (Capilla Sixtina)
Terminada la estructura arquitectónica en 1481, el papa Sixto IV llamó a
los más famosos pintores florentinos, Botticelli, Ghirlandaio, Cosimo
Rosselli y Signorelli; de Umbría, a Perugino y Pinturicchio para la
decoración de la Capilla. Estos
artistas decoraron las paredes laterales, divididas en tres franjas
horizontales, y marcadas verticalmente por elegantes pilastras
salientes.
Mapa de la Ciudad del Vaticano, marcada en color rojo, la Capilla Sixtina, junto a la Basílica de San Pedro.
En la parte inferior de la capilla, los frescos imitan cortinas de brocado
damasquinado con los escudos papales; en esta franja y sobre ellos se
colgaban tapices (algunos de estos, obra de Rafael y de sus ayudantes en
el segundo decenio del Cinquecento, ahora se encuentran en la sala dedicada al artista en la Pinacoteca Vaticana); en la franja intermedia, la más importante, se pintaron escenas bíblicas con episodios de la vida de Moisés y de Cristo. A la altura de las ventanas, Sixto IV quiso hizo que se incluyeran los
retratos de los primeros pontífices en hornacinas monocromática.
El cielo o techo de la Capilla, como muestra un famoso dibujo del Cinquecento hoy en los Uffizi
de Florencia, hasta la altura de las lunetas había sido decorado con
estrellas doradas sobre fondo azul por el pintor Pier Matteo d’Amelia.
Tocó al sobrino de Sixto IV, el emprendedor Giuliano della Rovere, más
tarde papa Julio II (1503-1513), hacer que se completaran las
decoraciones pictóricas del interior de la Capilla y, en el ámbito de una grandiosa renovación de la ciudad, llamó a Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) a Roma.
Esquema iconográfico de los frescos de la Capilla Sixtina
La obra fue realizada en cuatro años de duro trabajo, (de 1508 a
1512), y su tema es la historia de la humanidad en el período que
precede al nacimiento de Cristo. La pintura de la pared con el “Juicio
Final” fue realizada más tarde por el mismo artista: de 1536 a 1541, a
petición del papa Paulo III Farnesio (1534-1549), que le había
confirmado el encargo del anterior papa Clemente VII (1523-1534). Esta
vez el tema representado es el Hado ineluctable, amenaza que se cierne
sobre todos los hombres, pues sólo Dios es el árbitro del destino
humano.
Ahora es el momento del debate sobre la buena conservación de los frescos de la capilla. Conservadores y restauradores se muestran preocupados por el inmenso número de visitas que recibe cada día este edificio, sin duda la belleza llama a las masas.
Cuando vi el retrato de Cal Lane, pensé que tenía carita de ángel. Ya saben, un rostro delicado, suave, con bonitos ojos azules...
Y seguidamente vi las fotografías de sus esculturas, entonces llegó la sorpresa. Dominar así una materia prima como el hierro no es tarea fácil, me llamó la atención fueron los enormes volúmenes que en muchos casos maneja Cal. También su filosofía de trabajo y los conceptos que maneja.
A Cal le gusta utilizar la contradicción visual y material para crear un equilibrio, un contraste de ideas y materiales. Une en sus piezas la vida industrial y la doméstica, lo masculino y lo femenino, lo práctico y lo frívolo, el ornamento y lo funcional.
También le gusta el encaje, si, el encaje de tejidos utilizado en ceremonias religiosas (bodas bautizos y funerales).
Para conseguir lo que desea, ha creado un "protocolo de fabricación", primero corta los patrones, vigas etc, construyendo una estructura o "torre", seguidamente los adornos delicados.
Me encanta la metáfota del encaje, tal y como ella lo ve, como la asociación de ocultar y exponer cosas al mismo tiempo (esto me recuerda también el concepto de las celosías, o las rejas de hierro forjado, que ocultan para ver, y para no ser vistos). También el encaje seductor de la ropa inerior femenina, que cubre y revela.
"Mi
nuevo trabajo se ha vuelto más político, la consecuencia de vivir en
una época de guerra y de sentir la culpa de un transeúnte. Con
el primer político titulado "atentado con coche bomba Filigrana" Me he
centrado en la creación de una relación de mal gusto de las imágenes. Imágenes de flores y "prettiness" en forma de una situación violenta y sensible. El
acero triturado del coche es cortado en fino encaje crear una cortina
de interrupción y la tristeza, un conflicto de atracción al trabajo de
imaginación y la atracción a una imagen horrible.
En mi más reciente exposición titulada "Crude", tirado junto a la relación de Dios y Petróleo. Aunque
las imágenes se trata de temas políticos evidentes las imágenes no
apuntan a nada específico - simplemente coexistir - y lo que dice
realmente depende de la historia del espectador. Este
trabajo consiste en una serie de latas de aceite que han sido
desollados abierto en forma de forma de cruz o un plan de suelo de la
catedral gótica.
Las latas se cortan en iconos como cristianos o medieval. Bien,
como el papel hecho jirones, el borde dentado del metal delgado se
convierte tanto en una imagen antigua y contemporánea, con lo que apela
tanto a los que se aferran a la historia, y los que ignoran it.Along
lado de las latas son tres tambores de aceite 45 litros. Los tambores son de piel y desenrollado para crear una superficie.
La
superficie entonces se tira encima de la pared y se corta en un
múltiplo de imágenes de patrones de tatuaje en los patrones de tela a
los símbolos religiosos y los peligros. El collage de imágenes crean una guerra de símbolos que se convierten como en un tapiz medieval" - Cal Lane.
Hay varios vídeos en Internet en los que se pueden ver entrevistas a Cal Lane, con sus propias explicaciones, si les interesa será fácil encontrarlos. Yo les dejo uno para introducirles en el tema.
Pasen un estupendo fin de semana, y una buena semana también.
Esta mañana he escuchado una entrevista radiofónica al pintor Fernando Botero. No sé si he hablado de él en alguna ocasión, tal vez por pura ignorancia por mi parte. Popularmente el colombiano Botero es conocido como el pintor "de gordos y gordas", y según he deducido por sus palabras esto no es lo que realmente le gustaría... porque las mujeres orondas son realmente una muestra de volúmenes, una excusa.
Botero ha hablado de su necesidad de pintar, todos los días, incansablemente, de su necesidad de seguir aprendiendo, y realmente me ha parecido una muestra de humildad extraordinaria. Quiero advertir que la calidad de las fotografías de este post no es muy buena, pero no he sabido mejorarla.
No he sido seguidora de la obra de Fernando Botero, aunque me he topado con ella continuamente, ya que la amabilidad de sus imágenes son apropiadas para múltiples gustos, así que se ha reproducido una y mil veces en todo tipo de objetos.
Siempre me pareció un estilo "simpático", algo naif, tengo un par de libros con sus cuadros por casa, incluso un póster de su famosa bailarina cuelga de alguna pared... Pero nunca me había parado realmente a mirar bien sus pinturas, y hoy lo he hecho. Tiene una obra muy prolífica, retrato de un trabajador incansable.
Botero ha realizado grandes series temáticas a lo largo de los años, lo sigue haciendo en la actualidad. Dice que no acaba una serie hasta que ya no tiene más que decir sobre un tema, lo estudia y lo refleja en multitud de lienzos.
La última serie que está exponiendo ha sido el Viacrucis o La Pasión de Cristo:
Viendo estas imágenes, sigo dudando... me siguen pareciendo simpáticas, pero no acabo de captar esa maestría de la que hablaba esta mañana el pintor. Seguramente son esas imágenes rechonchas o los colores planos y brillantes que no se corresponden al concepto clásico de un Via Crucis. Tal vez esta sea la serie menos acertada de las que he podido ver.
Segunda caída de Cristo, Raúl Berzosa 2010
Via Crucis, El Greco
Hay otras muchas series, por ejemplo la de los temas Taurinos, o la serie del Circo que personalmente me parecen mucho más interesantes y acertadas que las del Viacrucis. Me encantaría ver los cuadros de Botero en directo, porque tengo la sensación de que deben ganar mucho con respecto a las fotografías:
Punto y aparte es la serie sobre caballos, me atrae su análisis de los volúmenes, la forma aparentemente simple de resolverlos sobre el lienzo.
Pedrito sobre el caballo (retrato del hijo fallecido)
Enlazando con el tema de los caballos, hay que destacar su obra escultórica, tal y como él mismo ha dicho, será la más perdurable. La rotundidad de las formas de Botero se refleja perfectamente en las esculturas, los enormes bronces son una de las vertientes artísticas más conocidas del autor.
Les dejo un vídeo que seguro les gustará, es sobre la exposición del Museo del Palacio de Bellas Artes que se celebró este año. En él podemos contemplar la enorme cantidad de cuadros de los que podemos disfrutar, la variedad de temas, y el brillo de los colores de su paleta. Me parece una obra optimista, llena de vida, positiva, y eso siempre es de agradecer:
BIOGRAFÍA DE FERNANDO BOTERO
Nacido en Medellín (Colombia) en 1932, Fernando Botero fue
el segundo de los tres hijos de la pareja formada por David Botero Mejía
y Flora Angulo de Botero. Aunque en su juventud estuvo durante un corto
lapso de tiempo en la Academia de San Fernando en Madrid y en la de San
Marcos en Florencia, su formación artística fue autodidacta. Sus
primeras obras conocidas son las ilustraciones que publicó en el
suplemento literario del diario El Colombiano, de su ciudad natal.
A los 19 años viajó a Bogotá, donde hizo su primera
exposición individual de acuarelas, gouaches, tintas y óleos en la
Galería Leo Matiz, y con lo recaudado vivió algún tiempo en Tolú. De su
estancia allí saldría el óleo Frente al mar, con el que obtuvo el
segundo premio de pintura, consistente en dos mil pesos, en el IX Salón
Anual de Artistas Colombianos. El crítico Walter Engel, en El Tiempo
del 17 de agosto de 1952, encontró que tenía "una composición vigorosa,
bien construida y bien realizada", pero el escritor Luis Vidales lo
criticó por su "inconceptual alargamiento de las figuras".
Viajó entonces Botero a Europa, donde residió por
espacio de cuatro años, principalmente en Madrid, Barcelona, París y
Florencia. Aunque ingresó en las academias mencionadas, siguió
formándose a base de leer, visitar museos y, sobre todo, pintar, como él
mismo diría. Luego viajó a México, Nueva York y Washington en un
período de febril creación y escasos recursos económicos, acompañado de
su esposa Gloria Zea. De nuevo en Colombia, Botero compartió el segundo
premio y medalla de plata en el X Salón de Artistas Colombianos, con
Jorge Elías Triana y Alejandro Obregón. Su óleo Contrapunto fue alabado por los críticos unánimemente, por su alegría contagiosa.
La camera degli sposi obtuvo el primer premio en
el XI Salón Nacional celebrado en septiembre de 1958. En esta obra
Botero logró deshacerse de una lejana influencia del muralismo mexicano y
dirigirse, sin titubeos y por medio de su admiración a los artistas del
Renacimiento italiano, hacia la consolidación de lo que alguien llamó
el "boteroformismo".
Entre 1961 y 1973 fijó su residencia en Nueva York.
Luego viviría en París, alternando su residencia en la capital francesa
con largas estancias en Pietrasanta o su finca en el pueblo
cundinamarqués de Tabio. Hacia 1964, Fernando Botero hizo sus primeras
incursiones en el campo escultórico con obras como Cabeza de obispo,
figura que, hecha en pasta de aserrín y con ojos de vidrio, tenía
claras reminiscencias de la imaginería colonial barroca. A partir de
1975, en Pietrasanta, se dedicaría a la escultura con entusiasmo:
"Parecía como si todo ese universo de figuras monumentales que fue
desarrollando en la pintura -escribe Escallón- hubieran encontrado total
eco en la tridimensionalidad. Hoy en día, la una alimenta a la otra.
Gran parte de la riqueza imaginativa viene de la pintura, que le da
ideas, soluciones, posibilidades... Botero desarticula la estructura
pictórica para sintetizar la forma en una unidad escultórica".
En 1977 expuso sus bronces por primera vez en el Grand
Palais de París. Tras cuatro decenios de labor ininterrumpida, su
reconocimiento en el campo escultórico se hizo también universal.
Apoteósica fue la exposición de sus enormes esculturas en los Campos
Elíseos en París durante el verano de 1992, y en el año siguiente en la
Quinta Avenida de Nueva York, en Buenos Aires y en Madrid.
Convertido ya en uno de los artistas vivos más cotizados
del mundo, Botero no ha dejado nunca, sin embargo, de alzar la voz
contra la injusticia y de mantener su arte en línea con la realidad
histórica y social. Sirve para ilustrarlo una de sus más recientes
series pictóricas, la que realizó sobre las torturas cometidas por los
marines en la cárcel iraquí de Abu Ghraib (2003), en el marco de la
ocupación norteamericana de Iraq. Presentada en 2005 en el Palacio
Venecia de Roma, la fuerza turbadora de esta colección de cincuenta
lienzos atestiguó además que el pulso y la creatividad del artista no ha
menguado en absoluto con los años.